Una de las cosas que debemos comprender es la gloria de Dios, por lo que debemos transicionar a experimentar la segunda gloria.

Transicionar significa ir de un lugar a otro o ir de un nivel a otro, pero para ir a otra dimensión de poder en Dios hay que usar lo que tenemos actualmente para que haya un crecimiento.
Cuando anhelamos algo trabajamos para que eso ocurra, porque la nube de gloria no viene sola, sino que llega con la adoración de la multitud que tiene expectativa.
Estos son los tiempos de transición, estamos yendo a un lugar nuevo, la gloria, el poder y todo lo que hemos experimentado ha sido extraordinario, pero Dios siempre tiene algo nuevo porque estamos de gloria en gloria y poder en poder.
La religión detiene e impide la manifestación del poder de Dios porque es el hombre queriendo entender la gloria de Dios.
De acuerdo a 2 Corintios 3:18 y Hageos 2:3 notamos que Dios nos habla de una gloria primera y una gloria postrera.
Ahora bien, Dios nos está introduciendo a la gloria postrera, leamos 1 Corintios 2:9 y nos damos cuenta que esta gloria ya está preparada.
Para ver la gloria postrera debemos transicionar y veremos salud divina, protección divina, transferencias de riquezas, inmunidad, descanso, gozo divino, paz divina, refrigerio, visitaciones de Dios, milagros y señales inusuales, cosecha final de los últimos tiempos remover de enfermedades, mover soberano de Dios, transportación inusual y transformación radical del corazón.
A la gloria postrera también se le llama transformación y como Dios nos usé dependerá de nuestro cambio en la mente y corazón.
La gloria de Dios desnuda nuestro corazón y los que no cambian es porque no temen a Dios, como lo señala Salmos 55:19
Es necesario dejar el pasado para entrar a este nuevo nivel de gloria, quienes no quieren cambiar no podrán transicionar.
En Habuc 2:14 vemos una gran promesa del crecimiento del conocimiento de la gloria de Dios y este conocimiento de la gloria de Dios se manifestará a toda carne como lo establece Isaías 40:5
Todo cambio es para estar a la imagen de Jesús y este permanece cuando proviene de dos fuentes; la palabra y la presencia de Dios.
La gente que no entra en el cambio se queja de lo nuevo y trae como consecuencias: repetir ciclos pasados, ver de lejos la gloria postrera, perder el llamado y propósito, estancamiento; entre otras.
Hay señales que nos indican que estamos transicionando: caminamos en una frescura de Dios, se desarrollan idiomas nuevos, peso en la voz, no habrá amargura, fuego y aceite fresco, siempre habrá gozo y cambio continuos.
La palabra transfiguración que menciona Mateo 17:1-3 significa en hebreo lo que estaba adentro hacia afuera, Jesús cambió del manto de la unción al manto de la gloria.
Cuando caminamos bajo la gloria de Dios somos vistos realmente de la forma en que fuimos creado y somos conocidos por lo que realmente somos.
La gloria de Dios expone lo que hay dentro para bien o para mal, Mateo 17:4
Llegó el momento para que transicionemos a la gloria postrera y expresar como dijo Pedro: Bueno es estar en esta gloria.