Continuando sobre el principio de la honra, este día vamos aprender sobre cómo aplicarla en el cuerpo de Cristo.
El que no honra es porque está ciego espiritualmente, porque honrar a los hombres y mujeres de Dios es ver en ellos lo que Dios mismo a depositó en sus vida.
Entender la honra como un principio divino es mirar lo que Dios ve y para que nos vaya bien en todo debemos practicar este principio.
La deshonra tiene que ver con la familiaridad hacia la cabeza que Dios escogió para este ministerio.
La forma en la que hablo o me refiero de nuestro padres espirituales determina si lo honro o deshonro.
La honra tiene que ver con dar porque Dios honró al Hijo y Jesús honró al Espíritu Santo.
Hay cosas que Dios quiere extender en nuestra vida, pero por causa de la deshonra se detiene y se corta este fluir del Espíritu Santo, de acuerdo a lo establece Marcos 6:1-5
No hay ninguna justificación o error humano que queramos exponer de otros delante de Dios para no querer honrarlos.
La honra es parte esencial de la naturaleza de Cristo y por ende es parte de la identidad como hijos porque nosotros debemos ser imitadores de Jesús.
En Malaquías 1:6 vemos como el Señor reclama su honra y en Lucas 11:42 Jesús nos exhorta a cumplir los principios con el corazón correcto.
Hemos aprendido sobre la honra hacia a Dios, pero también es necesario conocer sobre la honra al cuerpo como lo señala Hebreos 13:17
El diseño que Dios levantó para la iglesia está estipulado en Efesios 4:11-13 y en base a ese cumplimiento se estableció 1 Coritnios 12:25
Tenemos como ejemplo a David que honró el manto de Saúl, 1 Samuel 9:24:9-11
Asimismo, Eliseo con Elías en 1 Reyes 19:19-20 y 2 Reyes 2:14
Con estos ejemplos vemos que la honra te posiciona a un nivel mayor, David fue levantado como rey, Eliseo como profeta y Jesús sentado a la diestra del Padre.
Oración: Padre perdónanos porque nos hemos familiarizado con el hombre de Dios y con mis pares en la iglesia, porque hemos dejado de honrar o lo he hecho con el corazón incorrecto y hemos detenido tu fluir en mi vida.
Renunciamos a toda mentalidad de deshonra y con la luz del Espíritu Santo que alumbra nuestro entendimiento reconocemos que la honra se percibe y se discierne.