El sistema de este mundo se destaca por dos cosas, el espíritu depresivo y el espíritu de ansiedad. Pero hoy te digo, la ansiedad no pertenece al Reino de Dios. Ante esto, nosotros como cristianos debemos tener en cuenta  que una persona ansiosa es incrédula, mientras que alguien que tiene fe, no le da lugar a la ansiedad.

La preocupación no es fe. Si somos hijos de Dios no podemos vivir preocupados por las cosas o situaciones, sino confiados en que el Padre está en control.

En este sentido, entendamos que la ansiedad es la estructura mental de la vieja naturaleza, es un poder carnal para reaccionar humanamente. También, es un intento por tener el control de todo.

La ansiedad consiste en temor, inseguridad y autodependencia; esta se incrementa cuando se presentan los problemas. Eso es todo lo contrario a confiar en Dios, porque aunque el ser humano es reactivo, nosotros debemos alinear eso a la mente y naturaleza de Cristo.

¿Sabía usted que las crisis de pánicos están de moda en el mundo?  y eso se debe a que las personas viven afanadas y preocupadas por todo y quieren hacer las cosas con sus propias fuerzas, y no con las fuerzas del Señor.

En Marcos 4:1-20, Jesús enseña y explica esta parábola, dándonos a entender que a nosotros nos es dado conocer los secretos del Reino, para que Satanás no nos engañe así como lo hace con el sistema de este mundo, donde tiene a la gente distraída con los afanes y preocupaciones.

Otra vez comenzó Jesús a enseñar junto al mar, y se reunió alrededor de él mucha gente, tanto que entrando en una barca, se sentó en ella en el mar; y toda la gente estaba en tierra junto al mar. Y les enseñaba por parábolas muchas cosas, y les decía en su doctrina: Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar; y al sembrar, aconteció que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y la comieron. Otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra. Pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó y creció, y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno. Entonces les dijo: El que tiene oídos para oír, oiga.10 Cuando estuvo solo, los que estaban cerca de él con los doce le preguntaron sobre la parábola. 11 Y les dijo: A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas; 12 para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados. 13 Y les dijo: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas? 14 El sembrador es el que siembra la palabra. 15 Y estos son los de junto al camino: en quienes se siembra la palabra, pero después que la oyen, en seguida viene Satanás, y quita la palabra que se sembró en sus corazones. 16 Estos son asimismo los que fueron sembrados en pedregales: los que cuando han oído la palabra, al momento la reciben con gozo; 17 pero no tienen raíz en sí, sino que son de corta duración, porque cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, luego tropiezan. 18 Estos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra, 19 pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa. 20 Y estos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra y la reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno

“Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?” Mateo 6:25.

En consecuencia, todo afán, cualquier que sea, es menor a Dios; así que lo invito a que no pierda su tiempo en eso y se centre en Cristo y en el Reino, porque esa es nuestra verdad y la puerta de acceso a todo lo que nuestro Padre tiene para nosotros.