La Palabra de Dios nos entrega leyes y principios que se pueden revelar por el Espíritu Santo de forma personal, a través del estudio, de la oración o por medio de alguien, pero hay otras que no requieren revelación sino que son mandatos que se deben cumplir y uno de ellos es el hecho de congregarnos, es decir, congregarse no se nos tiene que revelar, sino que es algo que debemos cumplir, porque sin duda alguna será algo que nos beneficiará.
Al leer Salmos 23:5-6, dice: “Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días”. Con esto nos damos cuenta que ante la llegada de cualquier problema, circunstancia o angustia Dios sirve la mesa de bendición, porque en medio de toda adversidad Él prepara sus bendiciones.
Dios nos promete su misericordia en medio de los problemas porque Él opera a favor de nosotros y levanta vallado a nuestro alrededor.
Ahora bien, somos nosotros los que decidimos de cuáles de las dos mesas comer.
Si profundizamos un poco más, este texto habla que hay una unción en nosotros y rebosa, es decir, somos una copa que está siendo llenada. Otra de las cosas que encontramos es que cuando nuestra fe se debilita, Dios ve nuestra necesidad y el Espíritu Santo llena nuestra vida. Y cuando menciona a los “angustiadores”, se refiere a los problemas, la dificultad y el Señor delante de ellos prepara la mesa, nos sustenta y nos afirma, entonces, ¿de qué mesa vas a comer? ¿la de los angustiadores o la de Dios?
Y hay algo más que debemos repetir y remarcar eso donde dice: “moraré por largos dias” . Necesitamos estar en su casa, allí es el lugar más seguro donde podemos estar.
En Salmos 27:1-5 David nos dejó escrito que el socorro viene del Señor y antes de ir a la guerra él declaraba victoria, puesto que todo esto lo conoció desde la intimidad que mantenía con Papá.
“Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado. Una cosa he demandado a Jehová, esta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo. Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; me ocultará en lo reservado de su morada; Sobre una roca me pondrá en alto”.
Dios siempre ha creado lugares para el hombre, el Edén fue creado para el hombre, esta iglesia fue creada para nosotros e hizo un día para que descansaramos aunque Él nunca descansa. Ese día que Dios nos regala para descansar es el día de sacrificio para adorarlo y alabarlo.
En 2 Crónicas 5:6-14, podemos entender que delante de Dios nos debemos presentar con nuestra vida en sacrificio, agradeciendo la misericordia y favor que Él ha tenido.
Hay una ley bíblica, la ley del intercambio que cuando entregamos a Dios algo Él nos da una respuesta a cambio.
La gloria de Dios se derrama en lugares y personas como quedó registrado en Hechos 2:1-16 visualizando una vez más el gran valor que tiene el cumplir con el mandato de congregarnos.
En Salmos 133:1-3 y Lucas 4:20-22 observamos que mientras el pueblo estaba congregado recibió revelación, por lo que quedó evidencia de la importancia de estar unidos en adoración a Dios y de congregarnos.
Jesús también habla de lo importante de cumplir esta ley, esto se ve en Marcos 1:21: “ Y entraron en Capernaum; y los días de reposo, entrando en la sinagoga, enseñaba”
Donde más aprendían los discípulos era en las casas, leamos Hechos 2:46 porque allí también aprendieron a tener comunión los unos con los otros.
Que nuestra oración sea: Señor perdonanos porque no hemos cumplido con este mandato y hemos puesto excusas tanto para asistir al templo como las Casas de Paz.
Necesitamos entender que es vital para nuestra vida poder congregarnos