Que extraordinario es poder reconocer la grandeza de Dios como está expresado en Salmos 21: 1-13 porque la llave o clave para tener una vida plena de felicidad es ser agradecido.
Hay actitudes o palabras que quedan grabadas y conectadas a nuestro espíritu que fueron emitidas por otras personas y que nos llevaron a cambiar para mejor y por lo cual siempre vamos a estar agradecidos.
Cuando somos hijos agradecidos con lo que Dios nos da, Él mismo superará nuestras expectativas.
Una persona agradecida no es ególatra, porque entiende que todo lo que tiene lo ha logrado por Dios.
Además cuando se es agradecido aprendemos amarnos porque entendemos que somos imagen de Dios, mientras que los malagradecidos son acomplejados.
Una persona malagradecida se llena de agobio y estrés, porque siempre se fija en las cosas que nos tiene.
La gratitud nos ayuda a tener balance en nuestro corazón, a enfocarnos en cosas buenas y no en lo malo, nos enseña que cuando somos reconocidos en algo más humilde debemos ser.
El gozo más grande que debemos tener en el Señor es el hecho de ser salvo. Dios siempre nos va a conceder en su tiempo lo que le hemos pedido y lo que tenemos en nuestro corazón.
Nuestra calidad de vida va a cambiar, ya que Dios nos da gracia y favor sobre nosotros.
Aprendamos a vivir de acuerdo a lo establecido en Filipenses 4:12 porque el tiempo difícil es el equilibrio para saber administrar en los tiempos de abundancia.
Cuando nos olvidamos de dónde venimos podemos perdernos en el camino.
Si somos capaces de desprendernos de lo que Dios nos pide, Él mismo se encargará de situarnos en lo mucho.
En Lucas 17:17-18 recordamos a los leprosos que fueron limpiados, donde solo uno se regresó a darle gracias a Jesús.
En conexión con las personas podemos tener diferencias, pero siempre va a ver motivos para ser agradecidos.
El agradecimiento genera sentimientos de fidelidad y la fidelidad crea lazos de amor que no cualquiera los puede cortar.
Una persona agradecida es una puerta abierta para que otros sean bendecidos.
Padre hoy te agradecemos por la vida, por nuestra familia, por las personas con las que nos ha conectado, por cumplir los deseos de nuestro corazón y las peticiones de nuestro labios, pero sobretodo te agradecemos por el regalo de la salvación, enseñarnos y prepararnos a vivir en cualquier situación para que de nuestra boca no salgan palabras de quejas sino de agradecimiento, porque reconocemos que es la llave para ir por más y para estar plenos.