En el libro de Números, encontramos la historia de la nación de Dios, Israel, y podemos ver a lo largo de estos primeros libros, lo que vivió el pueblo, todos esos años de esclavitud, donde la mentalidad de los hijos de la nación escogida no solo eran esclavos en el sentido que  conocemos, sino también en sus mentes. Fue tanta represión y angustia, que se comenzaron a conformar con eso y empezaron a hacer las mismas cosas que hacían los egipcios, habían tomado sus dioses, sus costumbres. Habían perdido su identidad.

Y desde siempre, Dios ha tenido en su corazón el liberar a su pueblo, a su creación, sanarlos y restaurarlos. Él siempre está buscando a alguien para que lleve el mensaje y liberte. Fue el caso de la vida de Moisés, él fue levantado por Dios para ser el libertador, su vida estuvo marcada desde su nacimiento, hizo que su destino se direccionara a ese propósito, fue recogido por la hija del Faraón. Él tomó las costumbres y la educación de Egipto, pero algo dentro era diferente, no se sentía parte de ese lugar. ¿por qué? Porque estaba marcado. Seguramente a usted le ha pasado lo mismo, va a un lugar y no se siente parte de ese lugar. Es porque no pertenecemos allí.

Moisés sale de Egipto, ya sabemos la historia, tuvo que pasar otro tiempo de preparación. Nosotros también hemos vivido eso, ser llevados a otro lugar para ser formados y bendecido. Allí Moisés, en Madián, conoció a Jetro y por consiguiente a su esposa. En ese mismo lugar, Moisés fue llamado por el Señor, y le hizo saber que era el tiempo de cumplir el plan que tenía para Él y para su pueblo. Volvió a Egipto, se presentó ante el Faraón y en una serie de eventos tras otro, logró sacar al pueblo de Dios.

Les resumo esto para llegar a este punto; muchos de los que salieron de Egipto, caminaban por el desierto para llegar a la tierra que les había prometido Dios, pero ante las quejas, tardaron 40 años para legar. Esto nos enseña que ellos, aún siendo libres seguían con una mentalidad de esclavos.

Si vemos el capítulo 13, vemos cómo hombres del pueblo fueron a la tierra prometida para reconocerla y traer información sobre ella. Hay un detalle allí, esa tierra ya estaba habitada, por quienes se declararon enemigos de Israel.

La instrucción para los espías era conocerla y transmitir todo lo que habían visto. En el versículo 20 de Números 13, les dice: “y esforzaos, y tomad del fruto del país. Y era el tiempo de las primeras uvas”

Si analizamos Números 13, vemos tres tipos de mentalidades:

Mente egipcia: mentalidad de esclavos

Mente de desierto: mentalidad de mendigo

Mente de Canaán: Mente de conquista

Características de una mentalidad de esclavos:

No tiene identidad

Ama lo de los otros

Espíritu de rebeldía

Murmurador

Mediocre

Idolatra

No tiene sueños

Siempre habla en pequeño

El lugar donde Dios te ha llevado, es la tierra de bendición que te ha entregado. Él te quiere proveer ahí, fortalecerte ahí. No te quejes, sé que tienes sueños, pero Dios quiere darte más que eso. Necesitamos romper con la mentalidad de esclavos, sin importan lo que digan, los patrones que hayan en tu vida, en tu familia, dejar los temores, y los malos pensamientos, no fue en vano lo que vino a hacer Cristo, por tanto, disfrutemos de ese intercambio, ¡Él nos ha hecho libre!

Necesitamos cambiar nuestra manera de pensar, cómo lo dices Proverbios 23:7 “

Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él”

Cuando cambiamos nuestra manera de pensar, cambiamos nuestra manera de hablar y vivir

Necesitamos tener una mentalidad de conquista, de guerrero, sabiendo que el Señor va delante de nosotros, pertenecemos a su ejército.

Hagamos una reingeniería en nuestra mente, apropiémonos de la verdad que está 1 Corintios 2:16: Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.