Una de las cosas que tenemos que aprender continuamente, estar en constante crecimiento y tener vigente en nuestro espíritu es sobre el Reino de Dios, siendo este uno de los fundamentos principales que Jesús enseñó y demostró.

Al leer Lucas 17:20-21 conocemos que nos movemos en un reino o en otro y como hijos debemos recibir revelación del Reino de Dios porque este está en nosotros y entre nosotros.

Jesús como representante y embajador del reino de Dios lo manifestaba con gloria y poder siendo visible con liberación, sanidades, revelación, entre otras manifestaciones, el mismo ejemplo debemos seguir nosotros.
Entendiendo esto, vemos Mateo 6:6-13 donde conocemos que el reino de Dios es el gobierno de Dios; en otras palabras, cuando le cedemos paso a Jesús le estamos diciendo que gobierne nuestra vida.
El tener el Reino de Dios es contar con la habilidad dada por Él para forzar las leyes naturales, donde todo aquellas cosas contrarias se van.
Además cuando entendemos el reino  reconocemos que es una atmósfera que trae cambios, esto se llama la presencia de Dios, es un ambiente que se crea y en el que se confirma que su reino está en nosotros.
El Reino es el gobierno de Dios que está influenciado por su voluntad, señorío y dominio sobre un territorio.
Dios nos ha asignado un territorio que anteriormente lo gobernaba el enemigo, pero cuando nosotros entramos ese territorio nos pertenece porque el reino de nuestro Padre se establece.
La palabra Reino en griego es basileia y significa gobierno, realeza y señorío. Es un reino invisible que los hijos de Dios cargamos para manifestarlo.
Nuestra prioridad debe ser orar para que el reino de Dios se establezca aquí y ahora.
La iglesia no es absoluta, pero el Reino sí, puede que llegue el tiempo que cierren los templos, pero quienes tenemos el reino no nos podrán callar, por eso Jesús enseñó más sobre el reino de Dios y pocas veces habló como iglesia desde el punto de vista de templo.
Hay una gran diferencia entre el Reino de los cielos y el Reino de Dios, el primero es el lugar donde Dios habita, es una ciudad ubicada en el tercer cielo, allí está su trono, no cualquiera puede entrar, solo se experimenta por el espíritu y entramos a través de Jesús.
El reino de Dios es la extensión del cielo hacia la tierra, lo que significa que Dios dice en el cielo los voy a bendecir y si sale de su trono eso se extiende y toca la tierra, es el lugar donde el  Padre responde nuestra oración.
Dios siempre espera que oremos, que les pidamos y que intercedamos para que Él establezca su reino.
El Reino de Dios tiene diferentes cualidades: entre ellas es sobrenatural como lo establece Juan 18:36 y un Reino de poder, de demostración y no de palabras, como lo señala 1 Corintios 4:20 y 1 Tesalonicenses 1:5
Es tiempo que esa responsabilidad que cargamos como hijos de Dios al tener en nosotros su reino lo manifestemos en todo lugar cambiando atmósferas, ganando territorios para Cristo y en su nombre sanemos, liberamos y restauremos.
Estamos en el temporada de la iglesia de Jesús que se levanta entendida y ducha como los hijos de Isacar porque la hora ha llegado que su Reino sea manifestado aquí y ahora.