Estamos viviendo tiempos finales, y es hora de tomar seriamente la Palabra de Dios, la profecía más grande que existe. Todo está escrito: Cristo viene nuevamente por Su Iglesia, y aunque exista oposición, solo los que caminen en fe verdadera permanecerán firmes.
En esta temporada, Dios está manifestando Su plenitud sobre Su pueblo: sanidades, milagros, provisión y cosecha espiritual. Pero para caminar en ello necesitamos una fe sobrenatural, activa y profunda, desatada por el poder del Espíritu Santo. No es por nuestras fuerzas, sino por Cristo, quien es el fundamento de nuestra fe:
Hebreos 12:2 (RVR60): “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.”
Cada uno de nosotros ha recibido una medida de fe, y esa fe unida a la de otros genera una mega fe colectiva, capaz de provocar lo inusual, lo milagroso y lo imposible.
Romanos 12:3 (RVR60): “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.”
No compares tu fe con la de otros: Dios te dio exactamente la fe que necesitas para cumplir tu propósito dentro del cuerpo de Cristo.
La fe se origina en Dios, se expresa en obediencia y se activa cuando creemos aun sin ver. La atmósfera donde Dios se mueve es lo sobrenatural, y es ahí donde la Iglesia debe habitar. La cosecha está lista.
La pregunta es: ¿Vas a ser parte del remanente que cree y actúa, o del que solo observa?
Romanos 1:17 (RVR60): “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.”
