La fuente de nuestra vida es Dios, quien no mira lo externo, sino lo que nace del corazón. El Señor nos ha llamado a vivir como hijos, no como siervos, y desde esa identidad se activa todo propósito en nuestra vida.

Cuando conocemos a Dios como Padre, recibimos identidad, propósito y acceso a recursos celestiales. Jesús nos reveló esa paternidad divina y nos mostró que nuestra verdadera identidad viene de saber de dónde venimos (origen), a dónde vamos (destino) y a quién pertenecemos (Padre).

No somos jornaleros esperando recompensa: somos hijos con herencia. Servimos no para ser validados, sino porque amamos. Quien tiene mente de hijo no teme perder, porque sabe que su fuente es eterna y no se agota.

La honra nace de un corazón agradecido y abre puertas de bendición, como lo vivió Isaac: pese a la oposición, volvió a cavar pozos hasta hallar el lugar que Dios había preparado para él.

Génesis 26:12–22 (RVR1960)“Y sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno; y le bendijo Jehová.

El varón se engrandeció, y fue prosperado, y se engrandeció hasta hacerse muy poderoso. Y tuvo hato de ovejas, y hato de vacas, y mucha labranza; y los filisteos le tuvieron envidia. Y todos los pozos que habían abierto los criados de Abraham su padre en sus días, los filisteos los habían cegado y llenado de tierra.

Entonces dijo Abimelec a Isaac: Apártate de nosotros, porque mucho más poderoso que nosotros te has hecho. E Isaac se fue de allí, y acampó en el valle de Gerar, y habitó allí.
Y volvió a abrir Isaac los pozos de agua que habían abierto en los días de Abraham su padre, y que los filisteos habían cegado después de la muerte de Abraham; y los llamó por los nombres que su padre los había llamado.
Pero cuando los siervos de Isaac cavaron en el valle y hallaron allí un pozo de aguas vivas, los pastores de Gerar riñeron con los pastores de Isaac, diciendo: El agua es nuestra. Por eso llamó el nombre del pozo Esecb, porque habían altercado con él. Y abrieron otro pozo, y también riñeron sobre él; y llamó su nombre Sitna. Y se apartó de allí, y abrió otro pozo, y no riñeron sobre él; y llamó su nombre Rehobot, y dijo: Porque ahora Jehová nos ha prosperado, y fructificaremos en la tierra.”

La revelación de la paternidad no es solo conocimiento, es una transformación interior que nos libera del temor, nos afirma como hijos y nos impulsa a extender su Reino.

Romanos 8:15 (RVR1960): “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”