“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” ‭‭Hechos‬ ‭1‬:‭8‬.
Ese poder del que se habla Hechos 1:8, es dado por el Espíritu Santo para que seamos testigos, por lo que si tienes al Espíritu Santo, también tienes ese poder de testificar.
Iglesia, un testigo es aquella persona que ha recibido algo de una primera fuente. Nosotros como cristianos, recibimos algo muy valioso de parte de Jesús, que es la salvación; fuera del templo hay personas que necesitan recibir ese mismo regalo que por gracia se nos fue dado.
De esa manera, tenemos que recordar que Dios nos ha llamado para que extendamos el reino aquí y ahora, y eso se logra trayendo a alguien a los pies de Cristo, ganando un almas. A donde quiera que vayas, cuéntale a tu familia, a tus amigos, a tus vecinos, lo que Jesús ha hecho en tu vida, testifica que el te salvó, te sanó, te restauró.
Lamentablemente, la mayoría de los cristianos no se ha ganado un alma para Cristo, porque tienen miedo de predicar de Jesús, y sabe por qué sucede eso:
1. Temor al rechazo
2. No saben que decir
3. No han sido preparados para predicar
4. Falta de compasión
5. Por egoísmo
6. No existe la visión de ganar almas

 

El milagro más poderoso, más extraordinario, es cuando alguien le entrega su vida a Jesús. Y nosotros como sus discípulos, recibimos ese poder, para que cualquier persona acepte a Jesús en su corazón.
Ahora bien, mayormente la gente teme de predicar de Jesús por no sentirse capacitado, siendo que la mejor forma de hacerlo, es testificando sobre lo que Dios ha hecho en su vida.
Cuando usted se convierte en un testigo, el poder de Dios está en usted. Y cuando testificamos de Cristo, algo más sucede:
– Exaltamos a Jesús
– El Espíritu de Dios confirma con señales, prodigios y maravillas a los que testifican de Él.
Al leer Hechos 4:20, vemos que el mensaje se estaba multiplicando, las personas no podían parar de hablar de lo que habían visto y oído que Jesús hacía.
De igual manera, Apocalipsis 12:11 nos enseña cómo los apóstoles hasta su muerte, ellos dieron testimonio de Jesús. Hoy quiero decirte que no importa quién eres, lo único importante es el poder de la sangre de Jesús en ti.
Jesús es nuestro maestro, nuestro modelo, se movía de lugar en lugar por compasión a las almas, porque sabía la necesidad que había, y nosotros como sus discípulos, debemos modelarlo a Él haciendo sus mismas obras