En el Antiguo Testamento, Dios reveló Su nombre a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. “Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan” Hebreos 10:1.

“Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan.”

De acuerdo a lo anterior, para el Apóstol Pablo, quien escribió Hebreos describe como una sombra todo lo que iba a venir como un bien sobre la humanidad, antes de la llegada del Mesías. La palabra sombra en griego es “skia”, que significa proyección borrosa de lo real, como la sombra humana que se produce cuando la luz golpea el cuerpo y proyecta esa imagen que solo transmite una figura, pero sin ver la realidad del objeto.
Es por ello hermanos, que la carta de Hebreos es una exhortación a entender que todo lo pasado era una sombra, o un boceto pero que ahora tenemos la
obra maestra final terminada con la imagen perfecta y visible del propósito de Dios hacia el hombre.

Al respecto, los bienes venideros son todas aquellas bendiciones que trajo el sacrificio de Cristo al hombre, un sacrificio perfecto en todo sentido, pues en
Cristo hay toda clase de beneficios. “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno
socorro” Hebreos 4:16.

Entonces veamos ¿quién era Jesús o quién dice Él que es? En el Evangelio de Juan, Jesús hace siete declaraciones que comienzan con las palabras Yo soy,
y cada una de estas proclamaciones amplía nuestro entendimiento de su ministerio en el mundo. Éstas también lo relacionan, con la revelación de Dios
en el Antiguo Testamento:
1. Yo soy el pan de vida (Juan 6:35, 41, 48, 51). Jesús afirma que Él es el pan de vida justo después de haber alimentado a los cinco mil en el desierto.
2. Yo soy la luz del mundo; (Juan 8:12; 9:5). Jesús no sólo dice que es la luz, sino que lo demuestra. Las palabras y las acciones de Jesús hacen eco de Génesis 1:3: “Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz”.
3. Yo soy la puerta: (Juan 10:7 y 9). Jesús afirma que sólo por medio de Él podemos entrar al reino de los cielos.
4. “Yo soy el buen pastor” (Juan 10:11, 14). Cuando Jesús se llamó a sí mismo el buen pastor, tomó claramente para sí uno de los títulos de Dios
en el Antiguo Testamento: El Señor es mi pastor  (Salmo 23:1).
5. Yo soy la resurrección y la vida (Juan 11:25). Sin Jesús, no hay resurrección ni vida eterna.
6. Yo soy el camino, y la verdad, y la vida (Juan 14:6). Jesús no es simplemente un camino; Él es el único camino. La Escritura dice: La
suma de tu palabra es verdad; (Salmo 119:160). Y sólo Jesús es la fuente de la vida.

7. Yo soy la vid verdadera (Juan 15:1, 5). Así como un pámpano no puede dar fruto si no está unido a la vid, también sólo los que están unidos a Cristo y reciben su poder de Él producen fruto.

En el Evangelio de Juan hay otras dos declaraciones de Jesús como el “Yo soy”, que aplicó para sí mismo. La primera es en Juan 8:58; Antes que
Abraham fuese, “Yo soy”. Y la segunda está en Juan 18: 4-5” Él les preguntó a quién buscaban. Ellos dijeron: “Jesús de Nazaret”, y Jesús respondió: “Yo soy”

Pueblo nos es necesario conocer más al gran “Yo Soy”, en estos tiempos el Espíritu de Dios está corriendo los velos de la iglesia de Jesucristo, para
llevarnos a una gloria mayor. Los bienes venideros que el Antiguo Testamento anunciaba, ya están con nosotros desde la llegada de Jesús, ya no es una
sombra sino una realidad que debemos declarar en nuestra.