Quiero hablarles de una historia muy conocida que habla de la experiencia de Jesús con diez leprosos, esta se encuentra en Lucas 17:11-9, y cuenta que Jesús entre Samaria y Galilea, en una aldea allí, desde lejos le salieron al encuentro diciendo: “Ten misericordia de nosotros”. Si leemos, ellos no les especificaron que los sanara, pero Jesús, les dijo que fueran y se mostraran a los sacerdotes y mientras iban la lepra desapareció, ni siquiera los tocó, ni oró específicamente en ese momento.
Entonces, uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió glorificando a Dios a gran voz, se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y este era samaritano. Jesús le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.
Muchas cosas podemos aprender de esto, entre esas que, Jesús vino a salvarnos. Es el mayor motivo de agradecimiento, lo demás viene a causa de ese corazón agradecidos. Vemos a este hombre que se regresó, su fe lo salvó, y por consiguiente lo sanó. ¡Solo uno fue a agradecer! Esto también nos enseña que ser agradecidos nos conecta a más bendiciones.
Por otro lado, este viaje que hizo Jesús, él sabía que le esperaba la muerte, la traición, el abandono de lo más cercano. Pero aún con el conocimiento de esto, él se detuvo a la voz de los leprosos, sin importarle que eran samaritanos, quienes consideraban gente despreciable. Esto no era problema para el Señor.
Para Dios no es problema sanar a alguien, es natural para Él hacer milagros, poner órganos, para nosotros si es sobrenatural.
Así como los leprosos, que quizás no veían salida a eso antes de encontrarse con Jesús, fueron obedientes y fueron a los sacerdotes, para ser verificados como sanos. Que hermoso encuentro, ¿cierto? Dios había preparado ese día para ellos, pero hoy te digo qué hay cosas que el Padre está preparando para tu vida en camino, solo hay que caminar hacia ello. Pero sobre todo, no olvides ser agradecido(a)