Una de las cosas que Dios ha estado hablando fuertemente en esta temporada es sobre el corazón. Las Escrituras dicen que del corazón mana la vida y se refiere en dos sentidos; físico y espiritual. Y nadie puede vivir sin el.
En el corazón nace los buenos y malos pensamientos, es por ello que, sobre todo tesoro guarda tu corazón.
Todos los días nos debemos enamorar de Dios porque la Biblia dice que en los últimos tiempos el amor de muchos se enfriará.
En Apocalipsis 2:4 nos exhorta a regresar al primer amor, volver a tener una relación íntima con el Dios Todopoderoso y recuperar la pasión por su presencia.
Cuando se involucra el corazón en lo que hacemos, algo ocurre.
El fuego es uno de los aspectos de la presencia de Dios y eso lo que continuamente debemos experimentar como lo registra Éxodo 3:1-6 y Hebreos 12:29, este fuego es lo que nos da la pasión para buscar el rostro de nuestro Padre y trabajar en pro de su obra.
Hay tres tipos de fuegos: el que viene de la presencia de Dios que desciende cuando se hace sacrificios como oración y ayuno.
El segundo proviene desde una atmósfera que se crea y el último viene cuando se le llama.
Cuando Dios conecta su propósito y llamado hay fuego y pasión en tu vida, todo lo que usted y yo cargamos es prestado para servirles a otros.
Iglesia de Dios debemos discernir que en estos tiempos hay sustitutos para el fuego y la pasión, entre ellos; el entusiasmo y éste se acaba porque un día lo tienes y otro no, también está el optimismo que trabaja con la esperanza y todo lo dejas para algún día.
Nada natural producirá nada espiritual, lo espiritual es lo que produce lo sobrenatural.
La pasión se pierde por no buscar a Dios y cuando se deja de buscar su presencia se deja de agradar a Dios.
Oro este día para que tu corazón sea sano porque su fuego nos purifica y que a partir de hoy se avive el anhelo por su presencia en tu vida, busca el rostro de nuestro Papá celestial en oración, ayuno y congregándote.