En el libro de Salmos 19: 1-4, el salmista David nos revela a través de la Palabra, que los cielos dan testimonio de la grandeza y obra de Dios, y que la naturaleza creada por él, se comunica y lo reconoce por lo que es capaz de hacer.
Mientras que en Salmos 148: 7-9, expresa que toda la creación de Dios, todo lo que habita la tierra, animales y plantas, deben adorar a Jehová; cuanto más nosotros sus hijos que fuimos creados a su imagen y semejanza debemos adorar y alabar a nuestro Padre, que siempre busca que seamos capaces de levantar un altar de alabanza y adoración genuina para Él. Los vientos traen un sonido del cielo, su gloria está hasta en la boca de los niños que aún no saben hablar.
Para ver debes percibir, lo que usted no percibe nunca lo hablará, por eso cuando empiezas a venir al tiempo de adoración, vas a ver y percibir para poder adorar. Si tu cuentas a alguien tu testimonio, hablas de lo que has percibido a través de lo que Dios ha hecho en tu vida.
“Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies: ovejas y bueyes, todo ello, y asimismo las bestias del campo, las aves de los cielos y los peces del mar; todo cuanto pasa por los senderos del mar. ¡Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán grande es tu nombre en toda la tierra” Salmos 8:3-9.
Somos la corona de la creación y todo lo que Dios creó en la tierra, lo hizo para nosotros enseñorearlo, todo lo puso debajo de nuestros pies. No olvides que fuiste creado para que enseñorees, no le tengas temor a la enfermedad, problemas, escasez y demás adversidades, porque todo eso Dios lo puso debajo de tus pies. Si tus circunstancias te llevan a guardar silencio e impiden adorar a Jehová, hasta las piedras lo harán, pero piensa, que el Padre te creó para que tú, su hijo, lo adore en todo tiempo. No importa lo que te haya destruido, es hora de que te levantes y comiences a construir lo que Dios te ha dado.
Juan 15:7-8 dice: Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. Debemos ser buena tierra para la Palabra que Dios nos ha dado como semilla, y así dar muchos frutos. Podemos comenzar con poco, más, no debemos quedarnos estancados sino ir en aumento, multiplicar lo que Dios nos da.
El olivo pasa por el proceso hasta convertirse en aceite, y el aceite sirve para ungir; mientras mayor es el proceso que estás pasando, mayor será tu unción. Muchos están pensando en los problemas y no se enfocan en el resultado final.
Dios te creó y te trajo para que te multipliques y des muchos frutos, el Señor no se equivoca, y cuando te hizo a ti, lo hizo con un propósito. Hoy Dios está esperando tus frutos.