El enemigo nunca debe robarnos la fe ni los sueños. Ambos están profundamente unidos, porque soñar en Dios es creer que lo que aún no vemos se hará realidad.

Hebreos 11:1 (RVR1960): “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”

Para alcanzar los sueños se requiere determinación, esfuerzo y preparación, porque no basta con esperar sentado; es necesario trabajar, formarse y avanzar.
Todo sueño en Cristo es un desafío que Él quiere hacer realidad en nuestras vidas. Y aunque parezca imposible, no depende del dinero sino de la fe en el Dios de lo imposible.

Isaías 40:31 (RVR1960): “Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.”

Como las águilas, estamos llamados a remontarnos a las alturas de la presencia de Dios, renovar nuestras fuerzas y dejar de mirar los obstáculos desde abajo, para verlos desde arriba con ojos de fe.

Finalmente, es tiempo de volver a soñar y renovarnos .
Así como el águila  enfrenta un proceso doloroso para rejuvenecer y vivir muchos años más, nosotros debemos morir al ego, al pecado y a la incredulidad para renacer en Cristo.

Es tiempo de dejar lo viejo, creer en los imposibles de Dios y declarar que veremos sueños cumplidos, milagros, provisión y restauración en nuestras vidas.